jueves, 22 de septiembre de 2011

El Gobierno crea un nuevo impuesto sobre discursos y opiniones

El IDO se suma a la Ley Antitabaco que desde enero de este año impera en todos los bares de España.

Carmén de Labios (Barcelona).- En este país, al hecho de no poder encenderse un cigarrillo dentro de un bar hemos de sumar una nueva prohibición: discutir y opinar sobre los temas que acostumbran a debatirse apoyado en la barra de un local. Y si se hace, se habrá de pagar por ello.
Será el dueño del bar y los camareros los que informen al cliente de la nueva normativa, que entrará en vigor por medio del Real Decreto Ley 26/2011 el próximo mes de diciembre.
La verdad es que existía un enorme vacío legal en torno al tema de las conversaciones de bar, algo que nunca ha estado suficientemente regulado en España. ‘La gente acostumbra a ir a los bares a hablar de cualquier cosa y a opinar de todo, llegando incluso a meterse en las conversaciones de los demás, sin tener conocimientos de primera mano sobre el tema en cuestión’, ha afirmado en rueda de prensa Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura. ‘Y por eso hemos creado el IDO, el Impuesto sobre Discusiones y Opiniones’.



A partir de diciembre habrá que tener mucho cuidado con quién y de qué se habla en la barra de un bar.




Igual que sucede con la Ley Antitabaco, serán los regentes del local, aunque resulte paradójico, los que hagan de policía con sus clientes. Es decir, serán ellos los que anoten en una lista el tiempo que sus parroquianos inviertan en discutir u opinar sobre cualquier tema. De no hacerlo, podrían encontrarse con la visita inesperada de un inspector que sería al dueño del local al que multaría por no controlar a sus clientes.
El baremo establecido será el siguiente: cada minuto de discurso se gravará con setenta céntimos de euro, mientras que cada minuto de opinión le costará al ‘opinador’ en cuestión noventa céntimos de euro. 
‘Habrá penalizaciones, ¡y tanto que habrá penalizaciones!’, ha matizado Ángeles González-Sinde. ‘Por ejemplo, si el infractor (N.d.R.: Ésta es la palabra que ha empleado la ministra de Cultura, aunque desde este diario no la compartamos) no conoce de nada a aquellos a los que dirige su discurso u opinión, al total de lo que haya de pagar se le sumará el 16%. Y si el tema que este infractor trata está relacionado con política, literatura o cine, habrá de pagar un 26% adicional’. 
Tras finalizar la rueda de prensa, González-Sinde se ha marchado sin despedirse de los que estaban en la sala, por lo que será muy buena ministra de Cultura y todo lo demás, pero, por lo que parece, en el Ministerio de Educación no podría entrar nunca.




Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura, no tiene educación ninguna. Menos mal que tras el 20-N lo deja.





A no poder fumar en un bar, algo impuesto desde el Gobierno sin la posibilidad de ningún tipo de apelación por parte de los dueños de los bares, directamente afectados por esta medida, hay que sumar desde finales de este año el mantener la boca cerrada, no hablar ni discutir ni  opinar –‘por si acaso’, nos dice un cliente habitual de una bar del centro de Barcelona-. Habrá que limitarse a consumir, y, con un poco de suerte, ver un partido de fútbol en el televisor.


¡Qué equivocados estábamos! Se engaña el que piense que el afán recaudatorio del Estado no es única y exclusivamente por nuestro bien.

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