El cantautor jienense, de sesenta y dos años, decide poner punto y final a su carrera, después de más de tres décadas encima de los escenarios.
Javier Kae (Madrid).- Ésta era una noticia que muchos no querrían haber escuchado nunca. El que escribe se incluye entre ellos. El que escribe también se va a poner a llorar. Al que escribe le tira mucho Joaquín Sabina.
Nacido en Úbeda, el municipio de Jaén que lo vio marcharse a muy temprana edad, Joaquín Sabina se hizo mayor en Londres, para posteriormente establecerse y ‘echar raíces’ -o eso dice él, aunque nadie se lo crea- en Madrid. Madrid lo adoptó como a un hijo, y por eso Sabina ama Madrid más que un hijo quiere a su madre.
Desde entonces, una vida artística jalonada de éxitos, con quince álbumes con su correspondiente guarnición: libros, homenajes y reconocimientos. Y de postre, fan, infinidad de admiradores en todos los países en los que se aprecia la buena música. En todos los países en los que se sabe quién es Sabina, y son unos cuantos.
A los fans de Joaquín Sabina les costará asimilar que el genio de Úbeda, su genio, haya decidido retirarse. |
Pero todo esto ya es sólo pasado. El presente nos dice que el futuro de Joaquín ya está escrito, que lo suyo, su música, sus letras y su talento, ya no será más.
‘Si sigo vivo estoy muerto’, es lo que ha dicho Sabina, después de encogerse de hombros, tras la pregunta de una periodista que quería saber por qué había decidido retirarse. El cantautor no lo disimula, él nunca ha sido de ésos. Joaquín sabe perfectamente que su hora ha llegado. Que él ya no tiene nada que hacer ante tantos estopas, melendis y cantos de loco. Que su música, intachable, impecable e insensata –ya ven, la música más ‘in’ que se puedan ustedes imaginar- ya no tiene sitio en el panorama artístico de hoy en día.
Joaquín Sabina fuma, no es nada nuevo, y durante la rueda de prensa que nos ha ofrecido esta mañana en el Teatro Real de Madrid le hemos contado hasta seis Ducados de su propia cajetilla, que son los que ha encendido y ha apagado en menos de tres cuartos de hora. A ver quién era el guapo que le ponía el punto sobre la ‘i’ a Joaquín, y le decía que allí no se podía fumar y que ‘tuviese cuidado con la nicotina’. Y es que, a pesar de todo, Joaquín sigue y seguirá siendo mucho Sabina.
Joaquín Sabina no se ha cansado de repetir durante la rueda de prensa que, por fin, ha conseguido dejar de fumar. |
Antes de despedirse, el cantautor maestro de cantautores ha echado mano al bolsillo izquierdo de su americana y ha sacado un papel. Con las gafas en la otra mano, nos ha dicho ‘y ahora quiero despedirme de mis seguidores como a mí me gusta, a mí manera. Que a estas alturas de la película ni vamos a cambiar las formas ni vamos a cambiar de tercio’, nos ha dicho entre risas, con la socarronería que caracteriza al de Úbeda. Ha sido entonces cuando se ha puesto las gafas y, cómo no, nos ha leído un poema compuesto para tan señalada ocasión. El que escribe ya ha empezado a llorar.
Lo mío y lo vuestro es historia,
y aunque me duela me acuerdo.
Tú no me fallas, memoria,
creo que si afirmo no miento.
Compongo, canto, transmito,
mi vida sobre un papel.
Pero aquí paro, repito.
¡Se acabó, no soy ya aquél!
Las tablas son el remate,
la gente te aplaude y dice:
‘¡Chico, sigue, tú no pares!
¡¡Sólo tú creas ‘felices’!!’.
Miro atrás y me sorprendo,
de lo que veo tras de mí.
Y, repito, yo no miento:
‘¡Cuánta gente hay ahí!’
Ya, cautivo y desarmado,
no meto dedos ya en llagas.
Ya, marchito y desgarbado,
ni soy tío ni rompo bragas.
El 15-M me mira,
me saluda y después suelta:
‘Aunque eres grande, Sabina,
joven es el que abre puertas’.
Y os dejo ya en mi sollozo,
pongo punto a mi final.
No fue trauma sino gozo,
conoceros... y algo más.
Dejadme, quiero estar solo.
Quiero vivir, nada más.
Y si al respirar me ahogo,
¿qué pasa al no respirar?
conoceros... y algo más.
Dejadme, quiero estar solo.
Quiero vivir, nada más.
Y si al respirar me ahogo,
¿qué pasa al no respirar?
Esta imagen no volverá a repetirse. Sabina ha decidido colgar su guitarra, su bombín y, lo que es más terrible, su inabarcable talento.
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