El
detenido será juzgado por un jurado popular compuesto de 31 personas.
Edgar
Allan Peo (¡Austin, Texas, joder!).- N.d.R.:
Por la cuenta que os trae, espero no tener que repetir dónde ha ocurrido la
noticia y adónde me he desplazado para cubrirla, ¿estamos? Pues eso.
El
estado de Texas está conmocionado tras lo ocurrido en un tranquilo barrio de
Austin, la capital. Mongolo Escobar, descendiente de unos españoles llegados a
Estados Unidos a principios del siglo XIX, supuestamente cenó una ensalada la
noche del pasado 28 de octubre.
La
voz de alarma la dio un vecino del detenido, J.F.K, quien prefiere permanecer
en el anonimato. ‘Cuando fui a tirar la basura, entre los restos depositados
por Mongolo minutos antes vi una bolsa de Florette; más concretamente, de la
ensalada Gourmet’. Acto seguido,
J.F.K llamó al FBI, que se presentó con chalecos antibalas en casa del
detenido.
Esta
es la ensalada que CONSUMIÓ el detenido.
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Tras
tirar la puerta abajo –‘si hubiésemos llamado igual se nos escapa por la
puerta trasera, ¿no sabes, compadre? (sic)’, nos decía el jefe de la expedición- encontraron a
Mongolo Escobar en el sofá tomando un zumo de naranja recién exprimido. Y en la
cocina, el cuerpo del delito: un bol con restos de hojas de lechuga, queso de
cabra, aceite de oliva y vinagre balsámico de Módena.
Mongolo
Escobar fue inmediatamente detenido y llevado a comisaría, donde fue
interrogado como sólo los inspectores norteamericanos saben hacerlo: en mangas
de camisa, con tirantes, con las manos apoyadas encima de la mesa y fumando, y
con un compañero apoyado en la pared con los brazos cruzados y cara de pocos
amigos. Y una lámpara presidiendo el teatrillo desde el techo. A pesar de la
puesta en escena, no lograron que Mongolo confesara.
Mongolo Escobar, en el
momento de su detención. Sus vecinos, unos cachondos, le llaman ahora El Hombre
Elefante.
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El
detenido ya ha pasado a disposición judicial y será juzgado por un jurado
popular de 31 personas, dada la gravedad de los hechos. Este jurado habrá de
hacer público su veredicto en ayunas, para evitar que posibles ardores,
flatulencias, regüeldos, etc. influyan en la decisión final.
Se
le acusa de un delito contra la salud pública, y las penas para estos casos van
desde las tres semanas a los quince años de prisión, dependiendo de si la
ensalada sólo era para consumo propio o si bien también pretendía traficar con
ella.
Algunos jurados populares no
quieren perder la oportunidad de hacerse una foto para el recuerdo con el procesado.
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